LA ANTIGUA BIBLIOTECA DE ALEJANDRÍA

Vida y destino
(Mustafá El-Abbadi)

ALEJANDRO EL EXPLORADOR

El resultado de las conquistas de Alejandro Magno en el s/ IV AC en Europa, Asia y frica fueron una mayor libertad para viajar y comerciar y la apertura para la b squeda y exploraci n de regiones remotas. Los horizontes del conocimiento humano se vieron ampliados como lo fueron despu s con los descubrimientos geogr ficos de s/XV o, actualmente, con las exploraciones espaciales.
El momento hist rico que acompa estas conquistas fue un auge de creatividad intelectual en literatura, arte y filosof a.
Macedonia, cuna de Alejandro, no era aceptada como parte de la cultura cl sica griega, pero progres r pidamente en los s/V y IV AC. Desde Arqu alo a Filipo II, los reyes de Macedonia tuvieron como objetivo la helenizaci n, afirmando el origen hel nico de la familia real desde el s/V. La corte maced nica hab a acogido y recogido a muchos distinguidos intelectuales griegos: como P ndaro y Barqu lides, Hip crates, Timoteo, Zeuxis, Querilo, Agat n y Eur pides que pas sus ltimos a os en Pella; cuando Filipo conquist las minas de oro de la frontera oriental, la riqueza atrajo gran cantidad de artistas, secretarios, m dicos, fil sofos e ingenieros de todo el mundo egeo. No resulta extra o, pues, que Filipo escogiera a Arist teles como preceptor de su hijo.
Arist teles ejerci gran influencia en la educaci n de Alejandro, que era amante de la literatura y la lectura: le a a Herodoto, Jenofonte, Filisto, los ditirambos de Telestes y Filoxeno, las tragedias de Esquilo, S focles y Eur pides y, sobre todo a Homero (siempre llevaba consigo La Il ada en un estuche enjoyado, capturado a los persas). Adem s Alejandro ten a un esp ritu curioso y penetrante, nunca dej de anotar observaciones sobre los pa ses que conquistaba y observaba, exploraba y extra a conclusiones de las operaciones militares. Era prudente, meticuloso y observador y su curiosidad intelectual se manifestaba tambi n entre los compa eros educados con l en el Palacio Real de Pella
Desde antiguo el Nilo hab a intrigado a los sabios, bien por desconocer su nacimiento, en el desierto, bien porque su crecida se produce en verano. Tambi n Alejandro quer a descubrir las fuentes del Nilo, que confundi con el Indo cuando lleg a la India (ambos r os albergan cocodrilos y crecen en verano, adem s de observar en ambos la presencia de una variedad de jud a similar a la egipcia); se dio cuenta de que el Indo desembocaba en el Oc ano ndico y que no ten a ninguna conexi n por Egipto.
Alejandro muri en el 323 AC, cuando hab a iniciado los preparativos para la circunnavegaci n de la Pen nsula Ar biga y los informes que orden hacer para este proyecto suscitaron gran inter s por el estudio cient fico de la Tierra, de sus riquezas naturales y de sus habitantes. En este esp ritu nacieron la Biblioteca y el Museo.

ALEJANDR A, CAPITAL DE UNA NUEVA ERA

(La experiencia de una sociedad multirracial y multicultural)
Alejandr a fue la ciudad m s importante y duradera de las que fund Alejandro.
Se dice que, para elegir el emplazamiento adecuado, Alejandro sigui el consejo de Homero, que se le apareci en sue os recitando los versos de La Odisea en los que Men alo se refugia en la isla de Faros.
Los navegantes griegos encontraban dificultades para llegar a Egipto por mar, porque la costa mediterr nea de este pa s no ten a un puerto seguro y permanente; el nico puerto en que los barcos pod an recalar, antes de entrar en Egipto, era el de la isla de Faros, conocido por los griegos desde el s/VIII AC o antes y el lugar m s pr ximo para entrar en Egipto era la boca can pica del Nilo (a unos 30 Km. de Faros), cuyos derechos de aduana los decretaba el rey Nectanebo I (378-360 AC). Frente a la isla de Faros exist an algunas poblaciones, de las cuales Rakotis era la mayor. La guarnici n militar all instalada proteg a la entrada occidental de Delta por tierra y por mar.
Los asentamientos de griegos en la costa egipcia, as como sus intercambios comerciales fueron increment ndose desde el s/VII AC. Necesitaban un buen puerto permanente en tierra firme, ya que los existentes en Canopo y Peluse eran poco profundos y, debido al flujo de la corriente, deber a localizarse al oeste del Delta. Las particularidades geogr ficas y las condiciones meteorol gicas fueron decisivas para el emplazamiento de la ciudad y al construir un malec n que uniera Faros con Rakotis el nuevo puerto estar a protegido de la corriente mar tima y de los vientos. Adem s el canal que une el lago Mariotis con la ciudad proporciona un acceso directo al Nilo y resolv a el abastecimiento continuo de agua potable. Din crates elabor los planos de la nueva ciudad, mientras Alejandro march hacia el templo de Am n en Siwa durante el invierno de 332/331 AC. A su vuelta, encarg a Cle menes de N ucratis supervisar los trabajos y proveer los fondos necesarios para la construcci n de la ciudad. Se supone que se fund el 7 de abril del 331 AC y Alejandr a contin a siendo en la actualidad el mejor puerto que nunca hab a tenido Egipto.
En la fundaci n de una ciudad Alejandro establec a una guarnici n Macedonia con representantes de la poblaci n aut ctona, adem s del mayor n mero posible de griegos: en Alejandr a la poblaci n originaria de Rakotis y los pueblos adyacentes y la poblaci n griega de los asentamientos helenos de N ucratis y Menfis conten an estos elementos. Ptolomeo traslad su residencia y la administraci n del pa s a Alejandr a en el a o 320 AC, convirti ndose en la aut ntica capital.
La repentina muerte de Alejandro supuso la divisi n de su imperio entre sus generales, que se convirtieron en s trapas o gobernadores hasta que en el 306 AC se proclamaron reyes de sus respectivas provincias. Ptolomeo I Soter estableci en Egipto su dinast a que perdur tres siglos, instaurando el culto a Serapis como dios tutelar de la nueva dinast a y de Alejandro como genio protector de la ciudad, para lo que construy el mausoleo conocido como Soma o Sema. Tambi n comenz la construcci n del Faro, del Museo y la Biblioteca Real, que formaban parte de la Basileia o barrio real, que constitu a hasta un tercio del rea de la ciudad. La tradici n atribuye el embellecimiento de Alejandr a m s a Ptolomeo II Filadelfo. Ptolomeo III Evergetes enriqueci tambi n el patrimonio de Alejandr a: reconstruy el Serapeum en el barrio egipcio, incorporando un anexo a la gran Biblioteca Real.
Alejandr a alcanz su cenit como capital mundial en el s/III AC., su riqueza atrajo inmigrantes de todos los pa ses del Mediterr neo y de Asia, sobre todo grecoparlantes y jud os formaron una gran comunidad y se duplic la poblaci n aut ctona de la ciudad
Hay evidencias de contactos con pa ses m s all de la India, como las embajadas entre Asoka, que reivindic el budismo como religi n universal, y Ptolomeo II Filadelfo, de las cuales se han hallado inscripciones en India. En un desfile real hacia el 270 AC, los alejandrinos pudieron ver, adem s de monjes budistas, mujeres hind es, perros y 26 reses hind es de pura raza . Alejandr a fue centro del comercio mundial y foment la creaci n de compa as internacionales que efectuaron importantes transacciones; es interesante observar c mo personas de diferentes oficios (tesal nicos, cartagineses o eleatas que, en principio, se dedicaban al ej rcito o a la armada), se ocupaban en Alejandr a en el comercio y las finanzas.
A mediados del s/II AC las diferencias de origen no eran tan obvias, distingui ndose m s tres grupos: egipcios (la comunidad m s numerosa, que constitu a la mano de obra y que se concentraba en Rakotis, alrededor del Serapeum vistiendo su ropa tradicional y con su propio estilo de vida), mercenarios (en su mayor a griegos o de origen hel nico, vest an uniforme militar) y alejandrinos (personas de origen hel nico, jud o, u otro con ciudadan a alejandrina, que era un favor concedido por el rey a un n mero limitado de gente).
En esta misma poca y aunque los Ptolomeos no fomentaron ninguna pol tica sistem tica de helenizaci n, casi todas las comunidades que poblaban Alejandr a, a excepci n de los egipcios, experimentaron un alto grado de helenizaci n. El griego como idioma oficial de la Administraci n, los gimnasios que educaron seg n la tradici n pedag gica griega, facilitaron sin duda este proceso. Tambi n los jud os participaron de esta influencia (en el s/III AC se tradujo al griego la Torah, los Setenta) y adoptaron el griego como lengua usual.
Para evitar conflictos entre griegos y egipcios Ptolomeo I Soter promovi una pol tica de comprensi n, entendimiento mutuo y tolerancia. Adopt el culto a Serapis (el buey Apis que despu s de su muerte se re ne con Osiris y adopta el nombre de Osorapis). Seg n la tradici n formaba una tr ada con Isis como consorte y Horus como hijo de ambos; se erigieron templos por todo el pa s pero el Serapeum m s espl ndido era el de Alejandr a y el m s venerado el de Menfis. Serapis fue adorado tanto bajo su forma de toro como en su representaci n humana de Osiris. Ptolomeo I quiso que el dromos del Serapeum de Menfis fuera un ejemplo de fusi n del culto a Osorapis con los ritos dionis acos (los Ptolomeos se cre an descendientes de Dionisos), donde egipcios y griegos pudieran unirse en una comunidad de creencias aceptadas por ambos. El descubrimiento de una estructura semicircular que acoge a las 7 estatuas helen sticas de los sabios y poetas griegos simboliza la herencia cultural griega.
Al ser Alejandr a la ciudad griega por excelencia en Egipto, se destacan algunas caracter sticas egipcias del Serapeum alejandrino: a) se levant en el barrio egipcio de Sarkotis; b) el nombre de Serapis aparece en su acepci n egipcia de Osor-Hapi; dos obeliscos y dos esfinges de granito rojo se ergu an all d) hab a tambi n un buey Apis de basalto negro. Tambi n Ptolomeo I encarg a Manet n una versi n egipcia de la historia y Hecateo escribe estableciendo similitudes entre Osiris y Alejandro, abriendo camino a un culto a ste y posteriormente a Ptolomeo I Soter, adem s de explicar el culto egipcio a los dioses zoomorfos y las costumbres griegas adaptadas pol ticamente a Egipto. En Zen n hay un ferviente inter s por la historia de los inventos y una evaluaci n cr tica de la herencia del pasado.

EL MUSEION Y LAS BIBLIOTECAS

En el Antiguo Egipto el templo es el centro fundamental de aprendizaje. Los sacerdotes ense aban dos tipos de escritura: la sagrada (jerogl fica o hier tica) y la com n o dem tica; tambi n la geometr a y aritm tica eran importantes para la vida cotidiana y en el ejercicio de un cargo en los niveles m s bajos de la administraci n local. Los egipcios fueron muy aficionados a la Astronom a y los artistas e inventores gozaban de favor especial de Osiris e Isis. La investigaci n acad mica y la erudici n estaban en estrecha relaci n con la religi n y la vida del templo, siendo ste el principal recept culo del conocimiento donde los sacerdotes conservaban los anales sagrados y cada templo dispon a en su recinto de una biblioteca. En los periodos helen stico y romano los templos egipcios continuaron teniendo bibliotecas (el Serapeum, el Cesareum, ...)
Los palacios reales ten an tambi n sus archivos y bibliotecas privadas, como ocurre con otras civilizaciones antiguas de Oriente Medio y as mismo en Europa (descubrimientos de tablillas de la Edad del Bronce en Grecia). Con el surgimiento de la ciudad-estado de la Grecia cl sica, surge en Atenas, con Pis strato (s/VI AC), la primera biblioteca p blica y las bibliotecas de la Academia de Plat n y del Liceo de Arist teles (s/IV AC) son las primeras de investigaci n.
Tras la muerte de Alejandro todos sus herederos intentaron alcanzar la supremac a cultural estableciendo bibliotecas en sus capitales: Ptolomeo en Alejandr a, Seleuco en Antioquia y talo en P rgamo. Poco a poco casi todas las ciudades helen sticas tuvieron su biblioteca p blica.
La m s famosa y la mayor de toda la antig edad fue la de Alejandr a. Estuvo asociada a la investigaci n cient fica y fue consultada por eruditos de todo el Mediterr neo, sobreviviendo, tras su desaparici n en el recuerdo de los autores medievales. La Biblioteca y el Mouseion fueron los principales exponentes de la civilizaci n de su tiempo y la cuna de la antigua Universidad de Alejandr a, que ser a el centro de la erudici n y la ense anza internacional durante m s de siete siglos.
Con toda probabilidad fue Demetrio de Falero quien sugiri a Ptolomeo I Soter la idea de crear en Alejandr a un gran centro de investigaci n, el Mouseion, y que contara con una importante biblioteca universal, hacia el a o 295 AC.
El plan del Mouseion sigui el modelo de las dos famosas escuelas atenienses: la Academia de Plat n y el Liceo de Arist teles. El Mouseion formaba parte del palacio real, con un p rtico (peripatos), una galer a (exedra) y un amplio edificio que conten a el refectorio donde los miembros del Mouseion comen juntos. Incluso el dinero es com n, tambi n cuentan con un sacerdote, lo que subraya el car cter religioso de la instituci n. Asimismo, el nombre de Mouseion es revelador, ya que las escuelas atenienses sol an tener un santuario dedicado a las musas, a las que se atribu a la inspiraci n filos fica, art stica y la ciencia.
Bajo el patrocinio de los Ptolomeos, el Mouseion atrajo a los mejores sabios de la poca: Estrat n, Filitas de Cos, Zen doto de feso o Euclides, en tiempos de Soter.
El Mouseion formaba un organismo aut nomo, con una asignaci n para sus gastos. Aparte del sacerdote rector, estaba el Director del Mouseion o Ep states, encargado de las finanzas y de la administraci n general y los eruditos estaban al servicio del rey, del cual depend an sus privilegios. El Mouseion era b sicamente un centro de investigaci n, aunque tambi n debi llevarse a cabo un cierto tipo de ense anza y con la llegada de los romanos, declinando la erudici n, Alejandr a segu a ofreciendo la mejor ense anza acad mica de su tiempo. Los emperadores romanos otorgaron su protecci n a sus miembros, perpetuando la manutenci n y la exenci n de impuestos.
Las fiestas en honor de las musas y de Apolo, iniciadas por Ptolomeo IV, relacionaba el Mouseion con el resto de la poblaci n, otorgando premios y honores a los vencedores en juegos y concursos literarios. En ellos pod an participar extranjeros y ofrec an a los j venes la oportunidad de dar a conocer sus composiciones literarias.
Con el dominio romano las investigaciones m dicas y cient ficas siguieron floreciendo con Her n, inventor de artefactos mec nicos, Claudio Ptolomeo, astr nomo y ge grafo y Galeno, m dico; pero la literatura sufri un declive significativo. La filosof a prosper y Alejandr a alcanz la vanguardia del pensamiento con Fil n o Plotino. Esta nueva orientaci n se debi al cambio generalizado de la concepci n religiosa.

La Biblioteca
Se admite generalmente que la Biblioteca y el Mouseion coexist an y se complementaban rec procamente, as como que hab an sido fundados al mismo tiempo (295 AC con Ptolomeo I Soter).
Cincuenta a os despu s de abrir la Biblioteca, cuando la cantidad de libros super su capacidad, se abri un anexo en el Serapeum para que pudiera acoger el excedente (Ptolomeo III Ev rgetes), que lleg a ser un centro de estudios durante la poca romana.
Demetrio de Falero era el responsable de la gran Biblioteca de Alejandr a; al ser un nombramiento espec fico para este menester se supone que el Mouseion y la Biblioteca ten an una administraci n independiente y el director sol a ser tambi n el preceptor real.
La sucesi n de los bibliotecarios se supone la siguiente: Zen doto (285-270 AC) Apolonio de Rodas (270-245 AC) Erat stenes (245-204/201 AC) Arist fanes (204/201-189/186 AC) Apolonio Eid grafo (189/186-175 AC) Aristarco (175-145 AC) Kidas (hombre de armas: 145-116? AC). Demetrio de Falero antecedi en el cargo a Zen doto. El ltimo bibliotecario conocido es Onasandro en el a o 88 AC.

La adquisici n de libros.
Los Ptolomeos desplegaron esfuerzos extraordinarios para conseguir libros. La mayor parte eran griegos y hay referencias de que la Biblioteca exterior conten a 42.000 libros y en la interior 400.000 libros mezclados y 90.000 sin mezclar . La idea generalizada de que la biblioteca de Arist teles hab a recalado en Alejandr a dio pi a la creencia de que el propio Arist teles hab a impartido sus ense anzas aqu .
Bajo la direcci n de Demetrio de Falero tanto la Biblioteca como el Mouseion conocieron una gran influencia peripat tica.
Una de las formas de conseguir los libros por los Ptolomeos consist a en registrar los barcos que fondeaban en Alejandr a y requisar inmediatamente los libros que se encontraran, envi ndolo a la Biblioteca, donde se decid a si era devuelto a su propietario o se guardaba, indemniz ndose convenientemente a ste ltimo. Tambi n se cuenta que, valiosas bibliotecas, se pidieron los libros para copiarlos, reteniendo luego los originales y devolviendo las copias. Pero normalmente los libros se compraban en diversos lugares.
Los Ptolomeos deseaban que la Biblioteca fuera universal. Entre los libros no griegos m s importantes que contuvo est n los Anales Sagrados egipcios. Las religiones orientales parecen haber ejercido gran influencia, haciendo suponer que el Zaratustra estuvo en la Biblioteca, as como algunos textos del budismo y la Biblia de los Setenta, que es la obra m s valiosa de toda la traducci n, resultando hasta hoy indispensable para los estudios b blicos.
Se utilizaba una complicada t cnica de catalogaci n y ordenaci n de los libros: exist an dep sitos de adquisici n donde se depositaban los libros y rollos. All los funcionarios de la Biblioteca (hyperetai) los registraban y clasificaban mencionando la procedencia del libro, seguido del nombre del due o (cuando era conocido), adem s del nombre del autor, figuraba el del erudito que hab a corregido o editado el texto. Tambi n se clasificaban en mezclados , cuando comprend an m s de una obra o no mezclados , cuando inclu an una sola. Por ltimo, se se alaba la extensi n del texto con el n mero total de l neas. La remuneraci n del copista depend a de su letra y del n mero de l neas que tuviera el texto.
Exist a un libro de registro puesto al d a en los fondos de la Biblioteca, as como un detallado cat logo y una gu a cr tica del contenido de las bibliotecas, como las Pinakes, que se trata de un cat logo bibliogr fico en el que Cal maco ofrec a un an lisis cr tico de los autores mas distinguidos, a su criterio, en las distintas disciplinas.
El m todo esencial de clasificaci n de Cal maco se basaba en los g neros: Ret rica, Derecho, Poes s pica, Tragedia, Comedia, Poes a L rica, Historia, Medicina, Matem ticas, Ciencias Naturales y otras. En cada apartado los autores se clasificaban por orden alfab tico. Cada nombre iba seguido por una breve nota bibliogr fica y un estudio cr tico sobre los escritos del autor. Las Pinakes fueron ejemplo para las obras posteriores de esta naturaleza, encontrando su equivalencia en el Al-Fihrist, o ndice, de Ibn Al-Nadim en el s/X y llegando su influencia hasta la Edad Media.

EL FLORECIMIENTO INTELECTUAL

La fundaci n del Mouseion y de la Biblioteca proporcion las bases para un s lido desarrollo de la investigaci n erudita en Alejandr a, que habr a sido inconcebible sin el patrocinio de los monarcas helenizados. Fue entonces cuando se definieron por primera vez los principios y los m todos de la investigaci n cient fica en las diversas disciplinas, con resultados espectaculares en f sica, matem ticas, medicina, geograf a, astronom a, etc. y en la cr tica de textos.
La disponibilidad de libros fue importante, pero tambi n lo fue la actitud cr tica de los sabios alejandrinos ante todas las obras. La aceptaci n solo llegaba tras una demostraci n experimental, una prueba matem tica o una argumentaci n basada en los hechos.
Las antiguas civilizaciones del Pr ximo Oriente y de la Grecia Cl sica hab an realizado ya un considerable trabajo de investigaci n, pero, gracias a las grandes conquistas de Alejandro, el mundo se hall en el alba de una nueva aventura intelectual, en la que Alejandr a fue un centro privilegiado. Vitruvio entiende los sabios de Alejandr a que aprovecharon plenamente las ilimitadas posibilidades de investigaci n que les ofrec a una tal acumulaci n de libros. Los eruditos de Alejandr a muestran una independencia notable: mientras que el objetivo principal de la filosof a consist a en formular reglas generales o leyes universales, ellos se dedicaron a estudiar y comprender correctamente el tema espec fico al que se hab an dedicado, tanto si estuvo abocado o no al descubrimiento de una norma general, resaltando este aspecto sobre todo en el terreno de la cr tica literaria: se estudiaron y revisaron las versiones de las obras hasta priorizar la m s fiel al original.

EL DESTINO DE LA BIBLIOTECA Y DEL MOUSEION

Las Bibliotecas de Alejandr a fueron destruidas, se trata de saber si llegaron al s/VII. Las referencias para este estudio son: la Guerra de Alejandr a (48 AC), la destrucci n del Serapeum (391) y la conquista de Egipto por los rabes (642).

La guerra de Alejandr a.
C sar incendi los barcos del puerto y el fuego se corri a la ciudad, destruyendo la Biblioteca.*
Desde el principio el Mouseion hab a estado estrechamente ligado a la Biblioteca Real y sobrevivi al fuego. Durante los dos primeros siglos de la dominaci n romana, el Mouseion prosper y las bibliotecas existentes (dentro del mismo Mouseion, el Serapeum, el Cesareum,...), permitieron a los sabios perpetuar la tradici n de la erudici n alejandrina, pero en el a o 215, como represalia ante una rebeli n, el emperador Caracalla arras el Mouseion, cancel sus rentas suprimi los estipendios debidos a sus miembros y expuls a todos los miembros extranjeros. En el a o 262 Galeno organiz otra expedici n guerrera y tambi n en el a o 272 el emperador Aureliano atac la ciudad con tales destrozos en ella que los miembros del Mouseion huyeron del pa s o se refugiaron en el Serapeum. En la intervenci n de Diocleciano en los a os 297/298 fueron muertos los sabios y sus libros, sobre todo los de alquimia, quemados.
Durante el s/IV gran parte del barrio real fue devastado.
Es probable que el Mouseion no sobreviviese mucho tiempo a la promulgaci n del decreto de Teodosio (391) que ordenaba destruir todos los templos paganos de Alejandr a.

La destrucci n del Serapeum en el 391.
El Serapeum y su Biblioteca gozaron de protecci n mientras los templos fueron considerados sagrados, pero tras la proclamaci n del cristianismo como religi n oficial de Imperio, el car cter sagrado de los templos empez a verse amenazado. El Serapeum fue destruido a consecuencia del decreto de Teodosio en el 391.

El fin de la Biblioteca seg n la versi n rabe
En el 642 el general Amr conquist Egipto y ocup Alejandr a y, seg n relatos que han llegado, orden repartir los libros entre los ba os de Alejandr a para que fueran utilizados como combustible para la calefacci n: se requirieron seis meses para quemarlos.
Tambi n existe la versi n de que fue Saladino quien, tras conquistar Egipto (1171), desmantelase y vendiera la biblioteca del palacio fatimita.

DE ALEJANDR A A BAGDAG

La ciencia alejandrina jug un papel preponderante en la vida intelectual helen stica y romana en Oriente Medio. Los rabes se encuentran con una cultura impregnada de los principios de la erudici n alejandrina y desde principios de la Edad Media existe en los rabes un gran inter s en la civilizaci n greco-romana. Los cuatro primeros siglos del Islam significan su apogeo y coincide con un vigoroso esfuerzo de traducci n.
En los dos primeros siglos de la dominaci n rabe en Oriente Medio fueron necesarias numerosas traducciones para superar la barrera ling stica existente entre los gobernantes rabes y la poblaci n de los pa ses conquistados. Tanto en Siria c mo en Egipto el griego fue la lengua oficial de la administraci n y las traducciones rabes estaban destinadas a los altos funcionarios, que ten an a su servicio un cuerpo de int rpretes versados en el conocimiento del griego, del sirio, del copto y del rabe.
El califa Al-Mansur (s/VIII), se hizo en Bizancio con algunas obras cient ficas y se asegura que los Elementos de Euclides fue la primera obra griega traducida al rabe en el mundo isl mico, pero hay noticias de que Jalid Ibn Yazid Ibn Moawiyat, de la dinast a Omeya, hab a ordenado traducir al rabe tratados de medicina escritos en griego. El califa Abdel-Malik Ibn Marwan cre un departamento encargado de las traducciones y su hijo continu su obra.
La casa de la Sabidur a (Bayt Al-Hikma) fue creada en Bagdag por Har n Al RAChid, pero se convirti en un aut ntico centro de estudio con su hijo Al Maam n. Una de sus primeras labores fue traducir al rabe obras griegas, persas e hind es.
Bajo los Abas es la actividad de los traductores fue cuidadosamente organizada y extremadamente especializada en distintas lenguas (griego, persa, s nscrito, sirio, armenio, et ope) y diferentes ramas del saber. Los siguientes califas enviaron con frecuencia misiones encargadas de adquirir libros extranjeros.
La casa de la Sabidur a pronto se convirti en un gran centro de estudio y de trabajo. Los libros eran clasificados y confiados a los traductores en funci n de su especialidad.
Las traducciones de Hunayn, que inclu an la mayor parte de las disciplinas, fueron consideradas excelentes excepto en matem ticas y astronom a. Este erudito dirigi una importante escuela de traductores. Esta actividad continu hasta finales del s/X.
A finales de la Edad Media (S/XII) las traducciones y los comentarios directo dieron pasos a las recopilaciones y a los estudios generales de las doctrinas del pasado y en los s/XV al XIX los rabes dejaron, progresivamente, de interesarse por el estudio y conservaci n de obras cl sicas hasta principios del s/XX